lunes, 8 de septiembre de 2008

Tolupanes retornan al peligro

** Cuando llueve, tienen que salir corriendo porque viven en casas
con techos agujereados


Texto: Erlin Cruz

MARALE, Francisco Morazán.- A un año de ser afectados por los sismos,
cientos de indígenas siguen viviendo en la intemperie porque sus
casas destruidas no han sido reconstruidas.

La incertidumbre, la desesperanza y las enfermedades, se han
apoderado de unas 100 familias de al menos cuatro comunidades de las
profundidades de las montañas porque han quedado desprotegidas por
las autoridades.

El 15 de septiembre de 2007, las comunidades de Playa Grande, La
Libertad, San Miguel y Laguna Seca de esa jurisdicción, fueron
severamente golpeadas por un movimiento sísmico de 5.3 grados en la
escala de Richter, que derrumbó más de una docena de casas de
bahareque.

Después de la desgracias, los pobladores que pertenecen a la tribu
Tolupán recibieron ayuda momentánea, reubicándolos en albergues, y
cientos de promesas urgentes de asistirlos con viviendas y demás
necesidades básicas, pero siguen viviendo una pesadilla.

Estos hondureños cansados de esperar que les reconstruyeran sus
casas, debieron regresar a sus antiguos moradas y construir a la par
una peor que las que tenían.


Este terreno cuesta 100 mil lempiras pero los indígenas lo rechazaron
porque está ubicado en una parte de riesgo.
Francisca Catalina Martínez es una de las tantas infortunadas que,
después de haber perdido su casa, debió acomodarse en una de
bahareque, donde se moja con sus cuatro hijos.

"Me prestaron esta casa pero nos estamos mojando con mis hijos cada
vez que llueve, porque la mía se destruyó el año pasado cuando
ocurrieron los temblores", relató la Martínez.

Después de una pertinaz lluvia, la humilde mujer y sus hijos
salieron corriendo de "su casa" con un paraguas destemplado para
donde una vecina.

Media hora después que mermó la lluvia "chica", como le dicen las
vecinas, regresó a ver si su ropa que tenía guardada en unas cajas
viejas se había mojado y se encontró, como siempre, que estaban
empapadas.

"Ese fuego donde cocino a cada rato tengo que estarlo haciendo porque
le cae agua y se deshace, y cuando le pongo unos pedazos de plástico
es que medio lo salvo", agregó.

Un perro que tiene también sale corriendo tras ella cuando comienzan
a caer las primeras gotas.

Francisca Martínez tiene que salir huyendo de su vivienda cuando
llueve.

"Estos cipotes, a pesar que ya están grandes, el mayor tiene 13 años,
pasan enfermos porque el suelo queda mojado después de esos
aguaceros, uno de los niños en estos momentos está con calentura
porque la lluvia le hace daños", lamentó.

Mientras LA TRIBUNA dialogaba con la maraleña, las vecinas que
estaban frente a su casa, gritaban: "Ayúdenle a esa pobre mujer".

Deploró que no tiene a otro lugar a donde ir. "Esta casa es de mi
cuñada que se fue para Yoro y me dijo que aquí viviera, mientras
podía construir otra o tal vez llegaba la ayuda que nos prometieron".

Con la cabeza hacia abajo, la sufrida madre expresó que "desde que
ocurrieron los temblores el año pasado me he visto en esta situación,
que ya no hallo para dónde coger, pero ojalá que con la ayuda de
ustedes alguien quiera ayudarme".

http://www.latribuna.hn/news/45/ARTICLE/42965/2008-09-08.html

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